¡Me enamoré de un cliente!

Había pasado un buen tiempo sin mencionar el tema, y es que caer el el cliché de “Pretty Woman” no es algo que una desee cuando inicia en el Modelaje Webcam, pero puede pasar, aunque muchas veces no de la mejor manera ya que puede resultar bastante peligroso.

Llevaba dos meses trabajando en un Studio y para ser novata me iba bastante bien, las monitoras de allí siempre se aseguraban de hacerme un buen tráfico, de aconsejarme para que estuviera perfecta frente a la cámara, e incluso de hacer de traductoras mientras yo iba a prendiendo inglés y  a seducir a mis usuarios. Pero la verdad es que no pudieron prepararme, al menos no lo suficiente, para  no caer a los pies de uno de mis “fans”.

La jornada laboral empezó como cualquier otra, coqueteando un poco con algunos usuarios, mostrando de vez en cuando un poco de aquí y allá para conseguir varias fichas. Recuerdo que me saludó con un encantador “Eres la mujer más guapa que he visto jamás” y éso bastó para llamar mi atención, le pregunté si quería conocerme un poco más y su respuesta inmediata fue llevarme a un privado. Una vez “solos”, hablamos de todo, menos de sexo, lo cual resultó muy encantador para mí, y después de tres horas y media, se despidió pidiéndome excusas por su “bajo presupuesto” y prometiendo regresar con más “tiempo”.

Recuerdo que estuve un par de días deseando que volviera a mi “room” para poder conocerlo un poco más. Y así lo hizo, durante varios meses  y como lo había hecho antes, ingresaba una vez por semana a mi show y me llevaba de inmediato a un privado, en el cuál conversamos un poco más cada vez y por supuesto, nunca sobre sexo. Un día, me pidió poder hablar por otro medio y yo accedí a darle mi Skype (por un módico precio, por supuesto) y de ésa forma pasamos de una plataforma “pública”, a una un poco más personal.

Mis compañeras en el studio me advirtieron de los peligros de interactuar de la forma en la que había accedido con un extraño, de que arriesgaba no sólo mi privacidad si no quizas mi bienestar. Pero por supuesto, era joven y a ése punto, ya estaba enamorada (pobrecita).

Ése mismo día, después de terminar mi turno, recibí una llamada de aquel hombre a mi skype y compartimos una noche llena de risas y coqueteos. Después de éso las llamadas se hicieron frecuentes y nunca más regresó a mi “room”. Así seguimos hasta que un día me dijo que viajaría a conocerme, y yo encantada nuevamente acepté lo que me proponía. La fecha acordada llegó y yo le esperé como era de suponerse en el aeropuerto con un cartel con su nombre y todas las ganas de verlo.

Al llegar me pareció apuesto y que me gustara en persona completaba la historia de amor que yo había armado en mi cabeza. Tuvimos sexo todo lo que no hablamos, y para cuando nos dimos cuenta, ya estaba amaneciendo así que decidimos domir, pues yo debía ir a trabajar al día siguiente. Acordamos que el me esperaría en mi apartamento hasta que yo terminara mi turno y entonces daríamos un paseo para conocer algo de mi ciudad.

Trabajé muy ansiosa pensando en que al terminar mi turno le volvería a ver y las horas se me hicieron eternas, pero una vez que llegué a mi apartamento el tiempo se detuvo por completo, pues al entrar, encontré mi casa completamente vacía. Todas mis pertenencias se habían ido con mi “principe azul” y con ellos también mi dignidad. Perdí joyas, electrodomésticos, vestidos, carteras, zapatos y hasta un kit de maquillaje que había comprado para mis shows, pero aprendí una gran lección; que no todo lo que brilla es oro y que debo aprender a no llevar a mi casa y a mi cama a un completo extraño.

No quiero decir que a todas les vaya a pasar lo mismo, de hecho conozco varias compañeras que incluso se han casado con quienes fueran sus usuarios, sólo digo que es bueno tomar algunas precauciones si decides empezar una aventura así; una aventura que por un buen tiempo, decidiré no volver a experimentar.