Este miércoles la industria del entretenimiento para adultos se puso de luto cuando la compañía Playboy Enterprises, en un comunicado oficial, dio a conocer la muerte del exitoso empresario estadounidense, Hugh Hefner.
El magnate de la industria pornográfica murió en su mansión en California por causas naturales y rodeado de sus seres queridos, tal y como lo indicó un representante de la compañía.
El empresario que llegó al mundo en 1926 en la ciudad de Chicago, y quien fundara en 1953 la revista que le llevó a la fama, Playboy, se convirtió en un ícono y referente del siglo XX. Revista que hoy queda en mando de Cooper Hefner, hijo de Hugh, y actual director ejecutivo de Playboy Enterprises.
“La vida es demasiado corta para pasársela viviendo el sueño de otro”.
Es la frase con la que la revista Playboy acompaña en su página web junto a la fotografía en blanco y negro de su creador. Un sueño que hoy se apaga para Hefner pero que continúa vivo, gracias a las personas que quedan al mando de la compañía.
Criado en una familia metodista de Chicago (cuenta el corresponsal de la BBC en Los Ángeles, James Cook), de padres con profundas creencias religiosas; después de servir en el ejército, se graduó en psicología para luego trabajar como redactor creativo en la revista para hombres Esquire.

En 1953, un préstamo de US$8.000 y US$1.000 que la madre de Hefner le dió, “no porque creyera en el proyecto, sino porque creía en su hijo“, como en su momento lo contó él mismo, daban vida a la primera edición de Playboy, un sueño que causó fantasías en millones de hombres. Hefner estaba tan preocupado que la revista no se vendiera como esperaba, que no le puso la fecha de publicación en la portada, pero la imagen desnuda de Marilyn Monroe (por la que pagó US$200) atrajo a millones de compradores, convirtiéndola en un éxito instantáneo. Así Playboy nació para representar la rebelión contra el ambiente religioso en el que Hefner creció y la sociedad recatada de Estados Unidos en los años 50.
Del amor al odio entre las mujeres
El secreto del éxito era la combinación de hermosas mujeres desnudas y artículos de calidad, de escritores como Norman Mailer y Ray Bradbury, que estimulaban a los lectores, generándole a la revista, grandes cifras de ventas, en un país en donde el sexo era un tabú y Playboy abría una ventada a fantasías inconfesables.
Las famosas conejitas Playboy, uno de los logos más reconocibles de la empresa, cobraban vida de la mano de las chicas más sensuales de aquel siglo.
Esta temática de mujeres desnudas y la lucha por la complacencia del colectivo masculino, le generó grandes desacuerdos con los grupos feministas de la época, que acusaron a Hefner de denigrar a las mujeres.
Sus “fiestas salvajes” como se les conocía a las celebraciones del magnate, dejaban en evidencia, el estilo de vida que Hefner quería vender al “hombre Playboy”; un hombre dueño del mundo rodeado de hermosas mujeres mucho más jóvenes y gran cantidad de lujos. Algo que enfurecía a las masas opositoras pero que no pareció nunca importarle al empresario. Playboy llegó a vender hasta siete millones de ejemplares mensuales, lo que permitió extender las inversiones del fundador, al negocio de los casinos y clubes nocturnos.
“Cuando creó Playboy, lo hizo para defender la libertad personal y sexual en un momento en el que EE.UU. era dolorosamente conservadora. La desnudez jugó un papel en el debate sobre nuestras libertades sexuales”, afirmó la plantilla de Playboy en un comunicado en 2015.
Por aquel año la ya mítica revista dejó de publicar desnudos
La revista se dio el privilegio de trasgredir las reglas sociales al mostrar en su portada imágenes como la de 1971 de Darine Stern, la primera mujer afroamericana en posar para espacio así; Patricia Margot McClain, en el número de noviembre de 1975, que mostró a la modelo a punto de masturbarse en una sala de cine o más recientemente, Noor Tagouri, una libia-estadounidense y primera musulmana que posa para Plaboy con su velo.
Hefner siempre defendió haber contribuido a la liberación sexual de las estadounidenses.
El declive de Playboy coincidió con la superación de muchos de los tabúes de la sociedad estadounidense y el abandono de la condena pública a quienes disfrutaran abiertamente del sexo, fenómeno que hizo que la revista perdiera su carácter provocador, y también, gran parte de su popularidad.
El hombre que siempre alardeara de haber tenido más de mil mujeres, padre de cuatro hijos y esposo tres veces, falleció en la que por décadas fue la mansión símbolo del imperio Playboy, dejando a la Industria un enorme vacío.